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Elegir entre Low code y No code puede resultar una pregunta baladí, pero no se limita solamente a un tema de presupuesto o conocimientos. La elección de una arquitectura sobre otra puede repercutir en distintos aspectos del funcionamiento de una empresa. Saber cuál elegir puede determinar el fracaso o el éxito de la puesta en marcha de cualquier proceso de negocio.

 

La hora de las apps a la carta

Nos encontramos en un momento histórico sin precedentes. La situación sanitaria mundial y todos los cambios que ha traído en el día a día de personas y empresas han acelerado algo que ya se venía produciendo. La digitalización que las empresas emprendieron hace unos años se ha visto acelerada en los últimos tiempos. No en vano, la necesidad de adaptar los procesos a nuevos y cambiantes escenarios ha provocado que se busquen fórmulas novedosas para afrontar los retos que se avecinan.

En este contexto, la aparición en escena de nuevas herramientas ha provocado una pequeña gran revolución a la hora de desarrollar aplicaciones. La cada vez más presente formulación de desarrollos realizados en entornos de bajo o nulo código está permitiendo una flexibilización sin precedentes. Elegir entre Low code y No code no está del todo claro. Pero que la personalización de las apps y su necesidad de adaptación constante es un hecho, es algo que no admite discusión.

Y en ese contexto, las posibilidades que ofrecen ambos entornos se convierten en las verdaderas puntas de lanza del nuevo desarrollo a la carta que cualquier negocio puede disfrutar.

 

¿De dónde venimos?

Las plataformas sin código o de bajo código, que últimamente están tan en boga, cuentan su origen en la década de los años ochenta. Ya por entonces se advirtió de que la proliferación de ordenadores acabaría con un déficit de programadores por máquina, lo que a la postre resultó una acertada profecía.

Esta popularización del hardware provocó que la necesidad de desarrollo personalizado se hiciera cada vez más patente. Y en un entorno en el que los desarrollos (o más bien los desarrolladores) son finitos, se hace patente la utilidad de herramientas que rebajen el nivel de conocimiento necesario para sacar adelante una aplicación.

De este modo, sobre todo en los últimos tiempos, hemos podido comprobar cómo el auge de las plataformas que no requieren de extensos conocimientos técnicos ha supuesto una revolución. Hoy en día, casi cualquier persona puede enfrentarse a un nivel básico de desarrollo.

Elegir entre Low code y No code puede parecer una decisión basada en los conocimientos previos del usuario. Gracias a las herramientas que no requieren de programación, cualquier persona puede poner en marcha sus propias soluciones. En el caso de aquellos que cuentan con algo más de conocimientos, los entornos de Low code parecen más ambiciosos y permiten más posibilidades. Pero, ¿solamente se trata de eso?

Elegir entre Low code y No code

Hay varias consideraciones para elegir entre Low code y No code. | Foto: Andrea Piacquadio.

Elegir entre Low code y No code

Si bien en un principio puede no apreciarse una evidente diferencia entre ambos entornos, existen claras distinciones que pueden decantar la balanza a la hora de elegir entre Low code y No code.

La principal es que no debemos fijarnos en quién desarrollará la solución ni en sus conocimientos previos. Obviamente aquí no cabe mucha discusión: aquel que no tenga idea sobre programación optará por una versión No code.

Sin embargo, lo que debemos hacer a la hora de plantearnos qué sistema elegir es conocer en profundidad el problema que queremos resolver. Solo de esta forma podremos elegir una herramienta que se adapte de la mejor manera posible y nos brinde los resultados óptimos.

De este modo, cabe destacar que las herramientas de no código son óptimas para soluciones a pequeña escala, casi personales y que serán usadas casi únicamente por quien las desarrollo. En Low code, en cambio, podemos desarrollar aplicaciones de manera rápida y eficaz para usos profesionales. Eso redunda también en la complejidad de lo que pueden hacer. Mientras el No code ofrece apps muy simples y básicas, en Low code podemos crear apps más complejas, más funcionales y con más posibilidades.

 

Otros detalles que considerar

La personalización es también un factor determinante a la hora de elegir. Mientras que las herramientas No code apenas permiten modificar las plantillas predefinidas, en Low code la personalización es total. Al igual que el desarrollo end-to-end, algo que el No code tampoco permite.

La consideración del coste es el último factor por determinar. Mientras el No code reduce los costes del equipo de IT, el Low code es muy efectivo en equipos que cuentan con desarrolladores propios (o que se contratan para la realización puntual de una solución). El hecho de que el Low code sea rápido de implementar, modular y muy fácilmente actualizable provoca que los costes se desplomen y los desarrollos sean muy asumibles.

 

La seguridad por encima de todo

Para terminar, no podemos obviar el hecho de la seguridad a la hora de implementar aplicaciones. Existen un sinfín de amenazas que pueden comprometer los datos o el funcionamiento de cualquier empresa. En estos casos decantarse entre una solución y otra puede ser determinante.

El No code puede resultar seguro para desarrollos muy locales, casi personales a nivel de usuario y que no requieran de complejos sistemas de comunicación con el exterior. Sin embargo, el Low code es más conveniente si lo que necesitamos es tratar con información sensible o protegida. La versatilidad de sus opciones y la forma en la que se llevan a cabo e implementan sí que marcan una diferencia en este campo.

 

De modo que, como hemos visto, lo primordial a la hora de elegir entre Low code y No code es conocer el problema. Perfilar la estrategia para solucionarlo. Crear un equipo que se encargue de su desarrollo. Proporcionar la herramienta más adecuada para ello. Y, por último, hay que garantizar que no existan problemas de seguridad. Con todo esto, podremos construir la solución que necesitamos asegurándonos de hacerlo de la manera más eficiente y eficaz posible.